EL REINO DE NUESTRO DIOS
domingo, 17 de junio de 2012
domingo, 10 de junio de 2012
Sagrada Familia de Nazaret
Sagrada Familia de Nazaret: enséñanos
el recogimiento, la interioridad; danos la disposición de escuchar las buenas
inspiraciones y las palabras de los verdaderos maestros; enséñanos la necesidad
del trabajo, de la preparación, del estudio, de la vida interior personal, de
la oración, que sólo Dios ve en lo secreto; Enséñanos lo que es la Familia, su
comunión de amor, su belleza simple y austera, su carácter sagrado e
inviolable.
Amén
Amén
Oracion para las finanzas y los Negocios
Hermanos al realizar esta oración indicar el Nombre de su NEGOCIO rezar un Padre Nuestro y un Ave Maria, Salmo 128 y decir el Nombre Tuyo y el de Tu Familia
\
SALMO 128
Te invito para que le reces al ÁNGEL DEL AMOR ♥
http://laluzdemisangeles.blogspot.com/2009/08/novena-del-arcangel-chamuel.html
http://angelesamor.org/angeles/angel-del-amor.html
http://angelesamor.org/arcangeles/san-shamuel-arcangel/invocacion-al-arcangel-chamuel-y-su-ritual.html
http://angelesamor.org/arcangeles/san-shamuel-arcangel/invocacion-al-arcangel-chamuel-y-su-ritual.html
Te invito para que reces los tres grande Santos Exorcistas ♥♥♥
Al
comienzo (en la puerta principal, antes de entrar a la casa).
Señor,
creemos en la Palabra de la Escritura cuando dice: “Si cambiamos en la luz,
como El mismo está en la luz, estamos en comunión unos con otros, y la sangre
de su Hijo Jesús nos purifica de todo pecado.” (I Juan 1,7)
Por
eso nosotros, te pedimos oh Padre Eterno, en nombre de tu Hijo Jesús, que toda
especie de pecado cometido dentro de esta casa, para violar la paz y sanidad de
un verdadero hogar cristiano, sea lavado y limpio, por medio de la preciosa
sangre de Jesús nuestro Señor que quita del mundo todo pecado, deshonestidad,
odio y mal.
(Rezar
esta oración en todos las habitaciones de la casa, aspergiendo también agua
bendita antes de entrar a la casa y en cada habitación, se recitan los salmos
del 120 al 146).
Al
final (Agradecer al Padre Celestial, en nombre de Jesús, ya que toda tiniebla y
todo mal ya salieron para siempre de esta residencia)
Oh
Padre del cielo, creemos que la noche avanza y el día se aproxima, por eso
queremos abandonar las obras de las tinieblas, y vestir la armadura de la luz.
(Ver Rm 13,12).
Padre
celestial, queremos quedarnos de pie, ceñidos nuestros corazones con la verdad
y revistiéndonos con la coraza de la justicia, calzando los pies con la propagación
del Evangelio de la paz, empuñando siempre el escudo de la fe, con la que
podemos extinguir las flechas encendidas del maligno. Y queremos tomar el yelmo
de la salvación de Jesucristo y la espada del Espíritu Santo, que es la palabra
de Dios. (Ver Ef: 6, 14-17)
¡Padre
Santo, en nombre de Jesús nuestro Señor, nosotros te agradecemos, desde el
fondo del corazón, porque hiciste salir de esta casa toda tiniebla y todo mal!.
¡Señor
Jesús, nuestro amado salvador, bendice esta casa toda y a cada uno de sus
habitantes, para que la luz de tu presencia protectora, llena de amor y de paz,
entre y aquí permanezca siempre como señal de tu misericordia infinita!.
¡Espíritu
Santo del Padre y del Hijo, aumenta cada vez más en nosotros la fe y la
confianza en el poder del Señor Resucitado!, amén, ¡Aleluya!
(Rezar:3.
Padre Nuestro, 1 Creo 3 Ave María)
Bendición
de la casa:
En el
Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, Amén.
Oremos:
Óyenos
Señor, Padre Santo, Dios eterno y todopoderoso, y mandar del cielo a tu Santo
Ángel, para que él guarde, ayude, proteja, visite y defienda a todos los que
viven en esta casa. Danos la paz, el amor, la salud, la prosperidad.
Defiéndenos de todos los peligros y enemigos del cuerpo y del alma y danos, a
cada uno de nosotros una buena hora de la muerte.
Por
Jesucristo nuestro Señor. Amén.
(Recorrer
toda la casa echando agua bendita)
(Aceite exorcizado)
Señor:
Haz de nuestro hogar un sitio de Tu Amor.
Que no haya injuria porque Tú nos das Comprensión.
Que no haya amargura porque Tú nos Bendices.
Que no haya egoísmo porque Tú nos alientas.
Que no haya rencor porque Tú nos das el Perdón.
Que no haya abandono porque Tú estás con nosotros.
Que sepamos marchar hacia Ti en nuestro diario vivir.
Que cada mañana amanezca un día más de entrega y sacrificio.
Que cada noche nos encuentre con más amor de esposos.
Haz señor de nuestras vidas unir una página llena de Ti
Haz señor de nuestros hijos lo que Tú anhelas: ayúdanos a educar y a orientar por Tu camino.
Que nos esforcemos en el consuelo mutuo
Que hagamos del amor un motivo para amarte más.
Que demos lo mejor de nosotros para ser felices en el hogar.
Que cuando amanezca el gran día de ir a Tu encuentro nos concedas el hallarnos Unidos para siempre en Ti
Amén
Haz de nuestro hogar un sitio de Tu Amor.
Que no haya injuria porque Tú nos das Comprensión.
Que no haya amargura porque Tú nos Bendices.
Que no haya egoísmo porque Tú nos alientas.
Que no haya rencor porque Tú nos das el Perdón.
Que no haya abandono porque Tú estás con nosotros.
Que sepamos marchar hacia Ti en nuestro diario vivir.
Que cada mañana amanezca un día más de entrega y sacrificio.
Que cada noche nos encuentre con más amor de esposos.
Haz señor de nuestras vidas unir una página llena de Ti
Haz señor de nuestros hijos lo que Tú anhelas: ayúdanos a educar y a orientar por Tu camino.
Que nos esforcemos en el consuelo mutuo
Que hagamos del amor un motivo para amarte más.
Que demos lo mejor de nosotros para ser felices en el hogar.
Que cuando amanezca el gran día de ir a Tu encuentro nos concedas el hallarnos Unidos para siempre en Ti
Amén
Dice tu salvador:
"Sigo tus luchas y quiero ayudarte. Junto a Mí no desesperes.
Donde yo estoy no hay que temer. Confía en Mí y vencerás.
Quien me ama asegura su salvación. Ante mi huyen el pecado y el infierno.
La victoria será de quien tenga fe."
Señor Jesucristo:
Haz que seamos instrumentos de tu paz; que donde haya odio, sembremos amor;
donde haya ofensas, perdón; donde haya discordias,construyamos la paz.
Oh Divino Maestro, Tú nos enseñaste que quienes trabajan por la paz,
son llamados hijos de Dios.
Que con constancia establezcamos la justicia y la verdad como fundamento
de la paz, firme y duradera.
Señor, tunos ofreces la paz como un Don y como una tarea que tenemos que
realizar con tu ayuda; concédenos la gracia de acoger tu paz,
ayúdanos a tener actitudes de paz, que nuestras palabras sean de paz,
que realicemos obras de paz y que construyamos la paz que los 5 continente necesita.
y nosotros necesitamos.
Amén
"Sigo tus luchas y quiero ayudarte. Junto a Mí no desesperes.
Donde yo estoy no hay que temer. Confía en Mí y vencerás.
Quien me ama asegura su salvación. Ante mi huyen el pecado y el infierno.
La victoria será de quien tenga fe."
Señor Jesucristo:
Haz que seamos instrumentos de tu paz; que donde haya odio, sembremos amor;
donde haya ofensas, perdón; donde haya discordias,construyamos la paz.
Oh Divino Maestro, Tú nos enseñaste que quienes trabajan por la paz,
son llamados hijos de Dios.
Que con constancia establezcamos la justicia y la verdad como fundamento
de la paz, firme y duradera.
Señor, tunos ofreces la paz como un Don y como una tarea que tenemos que
realizar con tu ayuda; concédenos la gracia de acoger tu paz,
ayúdanos a tener actitudes de paz, que nuestras palabras sean de paz,
que realicemos obras de paz y que construyamos la paz que los 5 continente necesita.
y nosotros necesitamos.
ORACION DE CORTE "DIEZ GENERACIONES"
ORACION
DE CORTE "DIEZ GENERACIONES"
"Padre bueno y Padre Santo, yo (di tu nombre) a nombre mío y de mis antepasados, diez generaciones arriba y diez generaciones abajo, del lado paterno y del lado materno, te pido perdón por todos los pecados que cometieron de: blasfemias, sacrilegios, incestos, violaciones, abortos, homicidios, homosexualidad, lesbianismo, lujuria, adulterio, fornicación, promiscuidad, prostitución, degeneración sexual, robo, fraude, rapiña, toda clase de brujería, santería, vudú; limpias con: hierbas, huevos, flores, chiles, alumbre, sangre de animales, círculos de fuego, bálsamos, ensalmos, riegos, velaciones, entierros, fetichismo, amuletos, talismanes; todo culto a la llamada "santa muerte" y al demonio, de forma oculta o manifiesta; toda adivinación del futuro a través de: lectura de cartas, manos, café, agua, espiritismo, espiritualismo, ouija, péndulos, esferas de cristal, metafísica, esoterismo; falsa religiosidad por pedir ayuda a espíritus protectores de brujos o brujas, guardianes, vigilantes cósmicos, espías, chamanes, nahuales, legiones, multitudes, o por control mental. Padre Celestial, te pido PERDON y RENUNCIO a toda práctica, pacto, consagración, o cualquier cosa que hayan realizado mis antepasados, diez generaciones arriba, diez generaciones abajo, del lado paterno y materno, así como cualquier cosa que yo (di tu nombre), haya realizado consciente o inconscientemente, que no haya mencionado, y que han venido a mi y a toda mi línea familiar, afectándonos en lo físico, psicológico, espiritual y material. En el Nombre de JESUCRISTO, que está sobre todo nombre, ¡Padre Celestial!, te pido que rompas toda atadura y cadena del mal que me esté oprimiendo, porque "al que Jesucristo libere, será verdaderamente libre". Amé.( Hacerla en el santísimo, con una oración del espíritu santo.)
Si buscas ayuda espiritual, por favor
intégrate en alguna comunidad de Oración, reconcíliate con Dios y el prójimo;
inicia una vida de oración y sacramental y suplica a María que te ayude, a
través del Rosario diario, y sin duda que el Señor te rescatará
RENUNCIA ANCESTRAL Y PERDON
(PASADO, PRESENTE Y FUTURO)
ORACIÓN DE RENUNCIA
En el Nombre de nuestro Señor Jesucristo, yo (diga su nombre), RENUNCIO A LA HERENCIA ANCESTRAL, por mi línea paterna y materna, con toda mi mente, con todo mi corazón, con todas mis fuerzas, con todos mis deseos, con toda mi conciencia; con mi voluntad en TU VOLUNTAD; con todos sus vínculos, influencias y consecuencias en el tiempo ANCESTRAL, y te pido que por favor nunca más se vuelva a dar en mi linaje. En el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
En el Nombre de nuestro Señor Jesucristo, yo (diga su nombre), RENUNCIO A LA HERENCIA ANCESTRAL, por mi línea paterna y materna, con toda mi mente, con todo mi corazón, con todas mis fuerzas, con todos mis deseos, con toda mi conciencia; con mi voluntad en TU VOLUNTAD; con todos sus vínculos, influencias y consecuencias en el tiempo PASADO, PRESENTE y FUTURO, y te pido que por favor nunca más se vuelva a dar en mi linaje.
En el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
RENUNCIA A LAS OBRAS Y ESPIRITUS DEL MALIGNO, LUCIFER
(Hacer
esta oración en el santísimo con una, de las oraciones del espíritu santo)

Renuncio a toda práctica de brujería, magia blanca, negra o de cualquier color,
santería, hechicería o vudú.
Renuncio a toda limpia con huevo, yerbas, bálsamos, vino, sangre o fuego.
Renuncio a todo pacto, reto, sello, alianza o consagración al Demonio, a
conjuros, perjuros, maleficios e invocaciones diabólicas.
Renuncio a toda maldición, mal deseo, envidia, odio, rencor, resentimiento,
codicia, avaricia, soborno, robo, fraude, despojo o enriquecimiento ilícito.
Renuncio a todo acto de orgullo, soberbia, prepotencia, vanidad y egolatría.
Renuncio a todo rito de iniciación chamánica, espiritista, espiritualista,
masonería, filosofía rosacruz, dianética y a toda secta o sociedad secreta.
Renuncio a todo conocimiento de la nueva era, creencia en la reencarnación,
esoterismo, metafísica, meditación trascendental, yoga, a todo acto de
curanderismo, a las operaciones espirituales, hipnotismo con regresiones, baños
con flores, especies, yerbas, sangre de animales o humana, o con otras
substancias con fines mágicos.
Renuncio a toda lujuria, aborto, adulterio, homosexualidad, bisexualidad,
incesto, violación, pornografía, bestialismo, promiscuidad y prostitución. A
todo lo que yo u otras personas hayan hecho ilícitamente para controlar,
nulificar o desbordar mi sexualidad.
En el NOMBRE DE JESUCRISTO, renuncio al culto y veneración a la llamada “ santa
muerte “ o al vampirismo, a todo encantamiento, invocación y evocación de
muertos, a espíritus custodios, guardianes, cósmicos, protectores, espías,
vigilantes, a seres espirituales nombrados “ maestros de sabiduría “, o a
cualquier otro ser maléfico en forma oculta o manifiesta.
Renuncio a todo acto o juego de mediumnidad, a la ouija, al control mental, al
manejo del péndulo, a instrumentos para encontrar “tesoros ocultos “o dinero
enterrado.
Renuncio también a toda clase de adivinación, sortilegio, lectura de cartas,
café y caracoles, a toda forma de astrología, horóscopos o cartas astrales.
Renuncio a los amuletos y talismanes, al tetragramatón, a las herraduras,
pirámides, cuarzos, imanes, agujas, sábilas o ajos con moños rojos, imágenes de
santos mezcladas con tierra de panteón, limones, velas y veladoras de colores “
curadas “, fetiches y representaciones de mi persona, de cualquier material y
forma que se encuentren enterrados, o sean manipulados por mí mismo u otras
personas.
Renuncio a toda forma equivocada de “medicina alternativa” que bajo engaños
haya ritualizado mi ser al Demonio.
En el NOMBRE DE JESUS, renuncio a toda comida o bebida mezclada con brujería
que haya yo ingerido, y a todo lo que haya sido tirado, rociado o untado en mi
cuerpo, ropa, zapatos, casa, trabajo, negocio o cualquier pertenencia u objeto
que esté cercano a mí, que haya sido maldecido o consagrado al mal.
En el NOMBRE DE JESUCRISTO denuncio, renuncio y echo fuera de mí a todo
espíritu de traición, destrucción, muerte, esclavitud, ausencia de Dios,
miseria, mendicidad, soltería, infelicidad matrimonial, viudez, orfandad,
amargura, envejecimiento o muerte prematura, persecución, problemas con las
leyes o la justicia humana, esterilidad, humillación, rechazo, insomnio, deseos
de suicidio, aislamiento, locura, soledad, neurosis, depresión, obsesión,
miedo, angustia, debilidad, enfermedades crónicas, invalidez, ceguera, sordera,
mudez, falta de olfato, imposibilidad de saborear la comida, insensibilidad,
celos, inconformidad, incapacidad para vivir, conseguir o conservar un trabajo,
una pareja, un matrimonio o una familia.
En el NOMBRE DE JESUS denuncio, renuncio y echo fuera de mí todo espíritu de
alcoholismo o de cualquier otra adicción, de mal carácter, de falta de memoria,
de falta de control y dominio de mi ser, irrealidad, inconsciencia, envidia,
abandono, gula, suciedad, desorden, malos olores crónicos en mi cuerpo, ropa o
casa, de falta de fe, esperanza y caridad, de falta de interés en la vida, de
desprecio a la Eucaristía y de aborrecimiento o flojera para tener vida de
Oración.
En el NOMBRE DE JESUS corto, destruyo y nulifico los medios a través de los
cuales fueron hechos los daños antes mencionados: si fueron veladoras, fotos,
ropa, tijeras, agujas, fetiches, entierros o lo que haya sucedido.
Renuncio a lo que en forma consciente o inconscientemente haya yo hecho o haya
sido hecho por otra persona en mi nombre para obtener poderes, dinero, éxito,
buena suerte, o pretender saber el futuro, o bien para conseguir el amor y la
salud propios, o ajenos, o tener dominio y control sobre personas, objetos,
animales, lugares, espíritus y fuerzas de la naturaleza.
Nulifico los efectos de cualquier práctica contraria al compromiso adquirido a
través de mi bautismo, de fidelidad y reconocimiento a JESUCRISTO como mi único
Salvador, a los Sacramentos, a la VIRGEN MARIA, a la IGLESIA CATOLICA; a lo que
impida el ejercicio de mi sentido común, capacidad de juicio, entendimiento y
voluntad.
Echo fuera de mí todo aquello con lo que haya intentado sustituir el amor y la
confianza de JESUS.
Renuncio al rechazo de mis padres, desde el instante de mi concepción, y
durante mi vida en el seno materno.
Renuncio al mal que me causaron por intentar abortarme: con yerbas, sustancias
químicas, o con objetos punzo cortantes.
Renuncio a todo el rencor que tengo si fui dado en adopción, o abandonado sin
haber conocido a mis padres biológicos, o a maldiciones recibidas durante mi
gestación.
Nulifico por las LLAGAS DE JESUS todo mandato de fracaso, muerte en vida y
suicidio que haya en mí por estas causas, la incapacidad para aceptar el Amor
de Dios, para aceptarme a mí mismo o a las personas, para estudiar, trabajar, y
ser feliz.
Renuncio a todo lo que sea contrario a la salud, el respeto y la dignidad que
como Templo del Espíritu Santo, necesita todo mi ser y que esté impidiendo
relacionarme con Dios, con migo mismo, con mi entorno en una forma Santa, tener
una familia unida, y un trabajo digno y bien remunerado. Porque JESUCRISTO se
manifestó para deshacer las obras del Diablo (1 Jn 3,8).
Habiendo denunciado, renunciado y echado fuera de mí todos los espíritus de
mal, los envío atados y amordazados a los pies de la SANTA CRUZ, y les prohíbo
regresar.
Habiendo nulificado todos los efectos, causas y consecuencias, tomo autoridad,
en el NOMBRE DE JESUS, para que caigan todos los bloqueos, tinieblas y barreras
que Satanás construyó a mi alrededor y le ordeno a todo ser demoníaco que
despojó a mi familia o a mí mismo, que nos devuelva lo que nos quitó.
Padre Santo, te lo ruego, por favor sana toda mi vida, toda mi historia
personal; ¡perdóname!, ayúdame, libérame, instrúyeme, bendíceme.
Padre Dios, acepto que tú seas mi Padre, JESUCRISTO mi hermano, la VIRGEN MARIA
mi madre porque hoy, yo (di tu nombre completo) les pertenezco para siempre.
A través de tu SANTO ESPIRITU, guíame para la reparación de todas las faltas
que cometí, y enséñame a amar tu voluntad. Gracias Padre.
Amén.
(Hacer esta oración
en el santísimo con la oración del espíritu santo.)
El primer mandamiento de la ley de Dios nos dice: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu mente, con toda tu alma y con toda tu fortaleza.” Siendo el primer mandamiento algo que ningún ser humano ha podido cumplir a la perfección excepto la Virgen María, nos encontramos frente al desafío más grande de nuestra fe.
Dios nos ama con amor infinito e ilimitado, dulce y misericordioso; nos has creado en su imagen y semejanza para que nosotros le respondamos amorosamente y podamos gozar de su gloria en la vida eterna.
Y cómo podemos
amar a Dios? San Juan nos dice que si no podemos amar al prójimo a quien
podemos ver, entonces no podemos amar a Dios. Y si decimos que amamos a Dios
pero odiamos al prójimo o no lo tratamos con amor, entonces somos mentirosos.
El amor de Dios es como una luz que entra a nuestro corazón y nos ilumina nuestras almas con la presencia de Dios. Es el cumplimiento de la voluntad de Dios que desea que seamos santos como El es santo, que seamos perfectos como él es perfecto. Sin Dios no somos nada, así que sin amor tampoco somos nada.
Podemos pasar una vida religiosa, llena de ritos y mortificaciones. Podemos llegar a creer que estamos muy bien ante Dios, pero de nada nos sirve la justificación propia si no aprendemos a amar el prójimo con el amor de Dios.
El Señor nos presenta diariamente ocasiones para demostrar nuestro amor por los demás. Cada persona es un templo de la presencia de Dios. Si nos olvidamos de esto es muy fácil sentir actitudes que reprochan el amor y nos llevan a despreciar a Dios verdaderamente presente en nuestro hermano o hermana.
Cada conversación, cada mirada, cada gesto o acción a favor o en contra del prójimo es el escenario de nuestra relación con Dios. Dios se nos hace presente en las necesidades de nuestro prójimo, El está verdaderamente presente y nuestro corazón lo sabe pero convenientemente ignora las necesidades de los demás y se justifica.
Es muy fácil pecar contra el amor de Dios porque normalmente pasa desapercibido ante nosotros y los demás, pues en el juicio humano simplemente decimos que cierta persona tiene tal carácter y el asunto queda resuelto. Pero ante los ojos de Dios es algo diferente, nuestras actitudes quedan grabadas en el Libro de la Vida y el día de nuestro juicio veremos claramente que no supimos amar a Dios y nos pesará amargamente no haber amado al prójimo como a nosotros mismos.
El amor de Dios en nuestro corazón es una presencia dinámica que actúa cuando tenemos una sonrisa, una conversación, un alivio, un consuelo, un afecto o un entendimiento y lo convierte en un favor o en una acción misericordiosa. En otras palabras nosotros permitimos que Dios actúe a través de nosotros cuando amamos a nuestros hermanos.
De la misma manera nosotros le cerramos la puerta al amor de Dios cuando actuamos con amor propio. Pues en nuestro egoísmo negamos una sonrisa a alguien que la necesita, negamos una conversación a alguien que puede estar sufriendo de soledad, negamos un alivio con nuestra simpatía a alguien que anhela un soporte, negamos un afecto para calmar el hambre de amor que todos sienten y negamos un entendimiento a otro ser humano que actúa a su manera por razones que no debemos juzgar. En otras palabras bloqueamos el amor de Dios que podemos darle a otra persona porque rehusamos ser sus instrumentos. Traicionamos a Dios haciendo como hizo Pedro negándolo tres veces. No conozco a ese hombre, no conozco el amor, no conozco a Dios.
El amor de Dios se manifiesta en el amor que sentimos por los demás. Los afectos maternales y paternales que reciben todos los seres humanos son una expresión íntima del amor de Dios.
Dios nos ha creado con necesidad de amor. Cada persona satisface esa necesidad a través de los padres, luego a través del matrimonio. Las parejas se expresan ese amor de Dios mutuamente, engendran hijos y los llenan de amor y así se cumple la voluntad de Dios.
El amor empieza a fallar dentro de nuestra propia casa, hay tantas relaciones tensas de marido y mujer que resultan en la separación. Tantas relaciones quebrantadas entre padres e hijos, entre hermanos y hermanas, entre familiares.
En la vida diaria, separados de nuestros padres o de nuestra familia nos encontramos con el resto de nuestros hermanos donde también estamos supuestos a expresar el amor de Dios. Ese es un terreno difícil para la mayoría de nosotros, pero es allí donde Dios nos llama a obedecer su mandamiento “Amaos los unos a los otros como Yo os he amado.”
Vemos entonces como la falta de amor nos mueve a la crítica y luego el desprecio causando la destrucción de las relaciones familiares, las relaciones entre amigos, entre patronos y obreros, entre estudiantes y maestros, entre grupos que se enfrentan a grupos de diferentes ideales y luego entre naciones.
No importa la actitud que otra persona tenga contra nosotros, el amor de Dios en nuestro corazón debe entender, debe ser paciente y debe ser misericordioso. Nuestra buena actitud es el evangelio viviente que tenemos que transmitir a los demás.
Cuando encontremos ira practiquemos la paciencia y el entendimiento como armas que apaciguan el corazón atormentado.
Cuando encontremos rudeza practiquemos la suavidad y la ternura maternal del amor que ablanda el corazón endurecido.
Cuando encontremos nerviosidad practiquemos la calma del amor en nuestro corazón para que se apacigüe la tormenta.
Cuando encontremos rechazo practiquemos la actitud que Cristo nos enseñó: amemos a nuestros enemigos, oremos por ellos.
Cuando encontremos el odio, practiquemos el perdón y no usemos fuego para apagar el fuego, en silencio amemos con el amor de Dios.
Cuando encontremos el pecado practiquemos la misericordia que es el grado más alto del amor, recordemos que somos pecadores, no levantemos la primera piedra.
Cuando encontremos el dolor practiquemos la compasión y llevemos alivio a los que sufren, llevemos el bálsamo del amor de Dios como medicina para el sufrimiento.
Cuando encontremos la ignorancia, discretamente y sin orgullo llevemos la enseñanza de Dios, llevemos la corrección que es luz para disipar el error.
Cuando encontremos la violencia, llevemos el amor de Dios invocando su poder para calmar los corazones confusos.
Cuando encontremos la traición, démonos cuenta de que Jesús también fue traicionado y recemos por esa persona que ha fallado al amor de Dios.
Cuando encontremos el vicio, la corrupción y la maldad no juzguemos. Llevemos el amor de Dios que recibe el hijo pródigo. Recemos por los demás para que sus necesidades sean escuchadas en lo alto.
Cuando encontremos la pobreza no ignoremos lo que vemos, no cerremos los ojos, hagamos algo inmediatamente, practiquemos la caridad que nos da un tesoro en el cielo.
Cuando encontremos lamentación y escuchemos los quejidos de los atribulados, no tapemos los oídos. Nuestra indiferencia es cerrar las puertas al amor de Dios. Actuemos con caridad inmediata, con entendimiento y sin juicios.
Encontrar a Dios es saber encontrarnos con nuestro prójimo. No esperemos una aparición divina, Dios está verdaderamente presente en las necesidades de los demás. El día del juicio no seremos juzgados por nuestra religiosidad sino por el amor que tuvimos por nuestros hermanos.
El Señor nos dirá en el juicio final refiriéndose a nuestros hermanos: tuve hambre y no me diste de comer, estuve enfermo y no me visitaste, triste y no me consolaste, confuso y no me ayudaste, equivocado y no me corregiste, en pecado y no me reprendiste, necesitado y me ignoraste, perdido y no me encontraste, en prisión y no me visitaste, tuve cargas y no me ayudaste a llevarlas, estuve urgido de oración y no oraste por mí.
Pero nunca es tarde. Dios nos llama hoy a reflexionar sobre el amor. Cuando nosotros amamos y perdonamos Dios se regocija y es glorificado.
Las almas que se llenan del amor de Dios son la luz del mundo, como antorchas iluminan la oscuridad de este mundo lleno de pecado, sufrimiento y desprecio de Dios.
No ignoremos el llamado de Dios a que nos amemos los unos a los otros, no pongamos condiciones al amor, no seamos obstáculos del espíritu del amor divino que nos llama desde los corazones de nuestros hermanos.
El amor de Dios es como una luz que entra a nuestro corazón y nos ilumina nuestras almas con la presencia de Dios. Es el cumplimiento de la voluntad de Dios que desea que seamos santos como El es santo, que seamos perfectos como él es perfecto. Sin Dios no somos nada, así que sin amor tampoco somos nada.
Podemos pasar una vida religiosa, llena de ritos y mortificaciones. Podemos llegar a creer que estamos muy bien ante Dios, pero de nada nos sirve la justificación propia si no aprendemos a amar el prójimo con el amor de Dios.
El Señor nos presenta diariamente ocasiones para demostrar nuestro amor por los demás. Cada persona es un templo de la presencia de Dios. Si nos olvidamos de esto es muy fácil sentir actitudes que reprochan el amor y nos llevan a despreciar a Dios verdaderamente presente en nuestro hermano o hermana.
Cada conversación, cada mirada, cada gesto o acción a favor o en contra del prójimo es el escenario de nuestra relación con Dios. Dios se nos hace presente en las necesidades de nuestro prójimo, El está verdaderamente presente y nuestro corazón lo sabe pero convenientemente ignora las necesidades de los demás y se justifica.
Es muy fácil pecar contra el amor de Dios porque normalmente pasa desapercibido ante nosotros y los demás, pues en el juicio humano simplemente decimos que cierta persona tiene tal carácter y el asunto queda resuelto. Pero ante los ojos de Dios es algo diferente, nuestras actitudes quedan grabadas en el Libro de la Vida y el día de nuestro juicio veremos claramente que no supimos amar a Dios y nos pesará amargamente no haber amado al prójimo como a nosotros mismos.
El amor de Dios en nuestro corazón es una presencia dinámica que actúa cuando tenemos una sonrisa, una conversación, un alivio, un consuelo, un afecto o un entendimiento y lo convierte en un favor o en una acción misericordiosa. En otras palabras nosotros permitimos que Dios actúe a través de nosotros cuando amamos a nuestros hermanos.
De la misma manera nosotros le cerramos la puerta al amor de Dios cuando actuamos con amor propio. Pues en nuestro egoísmo negamos una sonrisa a alguien que la necesita, negamos una conversación a alguien que puede estar sufriendo de soledad, negamos un alivio con nuestra simpatía a alguien que anhela un soporte, negamos un afecto para calmar el hambre de amor que todos sienten y negamos un entendimiento a otro ser humano que actúa a su manera por razones que no debemos juzgar. En otras palabras bloqueamos el amor de Dios que podemos darle a otra persona porque rehusamos ser sus instrumentos. Traicionamos a Dios haciendo como hizo Pedro negándolo tres veces. No conozco a ese hombre, no conozco el amor, no conozco a Dios.
El amor de Dios se manifiesta en el amor que sentimos por los demás. Los afectos maternales y paternales que reciben todos los seres humanos son una expresión íntima del amor de Dios.
Dios nos ha creado con necesidad de amor. Cada persona satisface esa necesidad a través de los padres, luego a través del matrimonio. Las parejas se expresan ese amor de Dios mutuamente, engendran hijos y los llenan de amor y así se cumple la voluntad de Dios.
El amor empieza a fallar dentro de nuestra propia casa, hay tantas relaciones tensas de marido y mujer que resultan en la separación. Tantas relaciones quebrantadas entre padres e hijos, entre hermanos y hermanas, entre familiares.
En la vida diaria, separados de nuestros padres o de nuestra familia nos encontramos con el resto de nuestros hermanos donde también estamos supuestos a expresar el amor de Dios. Ese es un terreno difícil para la mayoría de nosotros, pero es allí donde Dios nos llama a obedecer su mandamiento “Amaos los unos a los otros como Yo os he amado.”
Vemos entonces como la falta de amor nos mueve a la crítica y luego el desprecio causando la destrucción de las relaciones familiares, las relaciones entre amigos, entre patronos y obreros, entre estudiantes y maestros, entre grupos que se enfrentan a grupos de diferentes ideales y luego entre naciones.
No importa la actitud que otra persona tenga contra nosotros, el amor de Dios en nuestro corazón debe entender, debe ser paciente y debe ser misericordioso. Nuestra buena actitud es el evangelio viviente que tenemos que transmitir a los demás.
Cuando encontremos ira practiquemos la paciencia y el entendimiento como armas que apaciguan el corazón atormentado.
Cuando encontremos rudeza practiquemos la suavidad y la ternura maternal del amor que ablanda el corazón endurecido.
Cuando encontremos nerviosidad practiquemos la calma del amor en nuestro corazón para que se apacigüe la tormenta.
Cuando encontremos rechazo practiquemos la actitud que Cristo nos enseñó: amemos a nuestros enemigos, oremos por ellos.
Cuando encontremos el odio, practiquemos el perdón y no usemos fuego para apagar el fuego, en silencio amemos con el amor de Dios.
Cuando encontremos el pecado practiquemos la misericordia que es el grado más alto del amor, recordemos que somos pecadores, no levantemos la primera piedra.
Cuando encontremos el dolor practiquemos la compasión y llevemos alivio a los que sufren, llevemos el bálsamo del amor de Dios como medicina para el sufrimiento.
Cuando encontremos la ignorancia, discretamente y sin orgullo llevemos la enseñanza de Dios, llevemos la corrección que es luz para disipar el error.
Cuando encontremos la violencia, llevemos el amor de Dios invocando su poder para calmar los corazones confusos.
Cuando encontremos la traición, démonos cuenta de que Jesús también fue traicionado y recemos por esa persona que ha fallado al amor de Dios.
Cuando encontremos el vicio, la corrupción y la maldad no juzguemos. Llevemos el amor de Dios que recibe el hijo pródigo. Recemos por los demás para que sus necesidades sean escuchadas en lo alto.
Cuando encontremos la pobreza no ignoremos lo que vemos, no cerremos los ojos, hagamos algo inmediatamente, practiquemos la caridad que nos da un tesoro en el cielo.
Cuando encontremos lamentación y escuchemos los quejidos de los atribulados, no tapemos los oídos. Nuestra indiferencia es cerrar las puertas al amor de Dios. Actuemos con caridad inmediata, con entendimiento y sin juicios.
Encontrar a Dios es saber encontrarnos con nuestro prójimo. No esperemos una aparición divina, Dios está verdaderamente presente en las necesidades de los demás. El día del juicio no seremos juzgados por nuestra religiosidad sino por el amor que tuvimos por nuestros hermanos.
El Señor nos dirá en el juicio final refiriéndose a nuestros hermanos: tuve hambre y no me diste de comer, estuve enfermo y no me visitaste, triste y no me consolaste, confuso y no me ayudaste, equivocado y no me corregiste, en pecado y no me reprendiste, necesitado y me ignoraste, perdido y no me encontraste, en prisión y no me visitaste, tuve cargas y no me ayudaste a llevarlas, estuve urgido de oración y no oraste por mí.
Pero nunca es tarde. Dios nos llama hoy a reflexionar sobre el amor. Cuando nosotros amamos y perdonamos Dios se regocija y es glorificado.
Las almas que se llenan del amor de Dios son la luz del mundo, como antorchas iluminan la oscuridad de este mundo lleno de pecado, sufrimiento y desprecio de Dios.
No ignoremos el llamado de Dios a que nos amemos los unos a los otros, no pongamos condiciones al amor, no seamos obstáculos del espíritu del amor divino que nos llama desde los corazones de nuestros hermanos.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)